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Excursión en Segway por el Albaicín y Sacromonte

segways aparcados

A los pies de la Cuesta Gomérez empezamos nuestra aventura… Cascos, petos reflectantes y unas excelentes explicaciones de seguridad nos preparaban para la excursión.

El aprendizaje y manejo del aparato (Segway) lo realizamos en la misma Cuesta Gomérez, enfrente al local de “Explorer Granada”, responsables del tour y ¡De nuestras vidas!

Aprendimos rápidamente a conducir estos extraños vehículos y estábamos listos para ponernos en marcha siguiendo las constantes directrices de nuestros monitores. ¡Seguridad ante todo!

Tras una lenta pero segura salida paseamos por Plaza Nueva y seguimos por el Paseo de los Tristes. Este paseo fue para seguir entrenando el arte de conducir un Segway.

De ahí, subimos por la Cuesta del Chapiz sin ninguna dificultad, y seguimos nuestra ruta por el histórico barrio de Sacromonte.

Es indescriptible la sensación de verse prácticamente flotando y tener justo delante a la Alhambra, grande, majestuosa e inmutable. Además, por esa hora atardecía y hacía de aquella postal un momento más único y espectacular.

Tras una agradable ruta por las calles de Sacromonte subimos hasta un lugar donde las religiones y la historia de Granada convergen y se sitúan en el Monte Valparaíso tomando forma y carácter en la Abadía del Sacromonte. Lugar perfecto para hacer una parada y contemplar con tiempo la belleza del paisaje.

A nuestras espaldas la increíble y bella Abadía, el Sacromonte a nuestros pies y más allá se extendía toda la ciudad de Granada con sus iglesias e, imponiéndose en el horizonte, la Catedral. Y enfrente nuestra, al otro lado del Río Darro,  pudimos contemplar la majestuosidad del coloso rojo, guardían de Granada, testimonio de una gloria pasada… la Alhambra.

Tras fotos y charlas, volvimos a nuestros ya familiares Segways y procedimos a bajar por donde vinimos. Otro histórico barrio granadino sería nuestro próximo destino, el Albaicín.

Tras pasear por sendas callejuelas desembocamos en el famoso Mirador de San Nicolás, escaparate perfecto para contemplar el esplendor de la Alhambra que se alza justo enfrente. Ya de noche y con las luces encendidas, la Alhambra brillaba en la fresca noche granadina. La gente iba y venía sólo por echar un vistazo al espectacular monumento y aprovechar para hacerse fotos. Los desgarrados “quejíos” de los cantaores flamencos improvisados cargaban el aire de un sentimiento más andaluz si cabe, más puro.

Con esta postal a nuestras espaldas, dejamos el mirador para seguir nuestra ruta por el Albaicín. Tras recorrer callejuelas, palacios, aljibes e iglesias, llegamos a una plaza que se encontraba a poca distancia del mismísimo Mirador de S.Nicolás, no lo parecía debido a las vueltas que dimos para llegar a ella. Paramos al fin para tomarnos otro descanso, esta vez con comida.

Tras un agradable intercambio de opiniones y vivencias, chistes varios, risas y tapas, reanudamos nuestra marcha.

Esta vez, bajamos por la Cuesta de Alhacaba y nos adentramos por el centenario e histórico Portón de la calle Elvira para pasear por ella hasta volver al punto de partida en la Cuesta Gomérez, pasando de nuevo por la Plaza Nueva.

Tras aparcar nuestros Segways y quitarnos los petos y cascos, nos invadió una extraña nostalgia debida a la increíble experiencia que acabamos de vivir. Nos llevamos un grato recuerdo y sensaciones únicas, además de poder disfrutar de unos magníficos monitores que no sólo brillaban por su profesionalidad y pasión en lo que hacían, sino también por su humanidad.

No veo la hora de poder repetir esta experiencia y volver a disfrutar del Segway, de Granada con sus encantos y de tan buenas personas y profesionales.